¿Alguien puede contrarrestar con fundamento el hecho de que quizá el desayuno sea junto con la merienda el mejor momento del día para cualquier ser humano con un poco de alma, corazón y sangre en las venas?
Pues no voy a aceptar una opinión contraria, cada uno tendrá su derecho a expresarse libremente, pero si en este caso están en mi contra, no voy a respetar del todo su posición y mucho menos después de la experiencia casi religiosa (a pesar de ser atea) que viví durante mis desayunos en Oxfordshire y en Northampton durante mi viaje a Inglaterra.
Vamos a comenzar de paseo por Oxfordshire, una hermosa ciudad muy medieval, muy de cuentos para niños pero también muy Burtoniana, es decir, la combinación que asegura que voy a pasarla bien, el balance perfecto entre lo encantador y la oscuridad, como a mi me gusta: escuchar Heavy Metal mientras estoy vistiendo una camiseta de unicornios.
El primer sitio que nos llamó la atención fue una antigua dulcería tradicional, de la cual les hablaré en un próximo artículo con receta incluída. El comentario viene a cuento de que, bajo un diluvio bastante interesante, frenamos a un lugareño muy simpático para que nos recomendara el MEJOR sitio donde comer un buen desayuno inglés, y este buen señor, australiano por cierto, pero con veinte años viviendo en suelo británico nos recomendó sin dudar un solo segundo “The Old Mill Cafe & Bistro”. Luego de despedirnos del amable vecino, no pudimos resistir a la tentación de entrar por unos clásicos dulces ingleses y ya que no nos venía mal una segunda opinión, le preguntamos a la dependienta del lugar exactamente lo mismo, ¿dónde podemos comer el mejor desayuno inglés?, a lo que la señora nos respondió “Te Old Mill Cafe & Bistro, off course! The best in town!”
Dos personas, una misma pregunta seguida de una misma respuesta: Te Old Mill Cafe & Bistro sería nuestra próxima aventura culinaria, que además se encontraba a unos escasos cien metros de donde estábamos ubicados.
Llegamos a un restaurante muy antiguo al igual que casi todo allí, donde nos han atendido muy amablemente. Éramos tres personas, pero con mi señor marido decidimos compartir un “Big Breakfast” que en castellano sería básicamente “Gran desayuno”, y si que lo fue, tanto que no pudimos terminarlo entre dos.
Este desayuno fantástico, digno de ser la musa de cualquier poeta, consistía en 2 lonchas de panceta/bacon ahumada, dos salchichas de cerdo y puerro, dos huevos fritos, champiñones a la plancha, morcilla típica inglesa, medio tomate grillado, alubias en salsa de tomate, dos hash browns y dos tostadas con mantequilla para acompañar (por si fuera poco energético el plato entero) y además un generoso tazón de café con leche, por si acaso nos quedamos insatisfechos.
A quien tenga la posibilidad de viajar, que sin dudas, junto con la comida son las dos cosas más inspiradoras y bellas de la vida, recomiendo fuertemente llenarse de curiosidad, ser observadores, conocer los puntos imprescindibles pero también animarse a perderse por lugares que no tengan tanto marketing en las redes sociales (que hoy en día pareciera que nos indican exactamente cada movimiento que debemos hacer y donde se supone que vale la pena tomar la foto perfecta para el Instagram). En mi experiencia, con todos los viajes que he tenido la suerte de realizar, tomarme el tiempo de perderme, de capturar la foto de lo que PARA MI es hermoso, de probar nuevos sabores y animarme a esa empanadilla que quizá alguien está vendiendo con una canasta en una esquina, siempre pero siempre salió bien. La empanadilla puede no estar buena, pero la experiencia que implica ANIMARSE A HACERLO si lo va a estar y puedo asegurarlo con todo mi ser, esa primera empanadilla se va a quedar en nuestra mente por siempre.
Prestemos atención a los aromas, a las sonrisas de las personas, a su forma de vivir más o menos distinta a la nuestra, a los colores que nos rodean y a veces en el trajín del estrés cotidiano no podemos registrar.
Miremos un poco más con los ojos que con la lente de una cámara. Que si, tomar fotografías es hermoso y quedan plasmadas en nuestras redes, en nuestros ordenadores o incluso en papel, pero mirar con los ojos, eso queda plasmado en todo nuestro ser y nos llena de una manera que ni todas las horas que podamos pasar frente a una pantalla podrán lograr jamás.
El dato gastro:
The Old Mill Cafe & Bistro, 7 West Street, Chipping Norton, OX7 5LH
Tel. 01608646005
“Big Breakfast” (comen dos personas hasta llegar al Valhalla) £10,95
“Full English Breakfast” (para una persona de muy buen comer) £8,45
Dan la opción de agregar extras por 1 cada porción.
Además en el menú ofrecen otras opciones para quien no se anime a tanta abundancia lipídica y en la entrada al restaurante tienen un mostrador lleno de tartas y algunos dulces.