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Desayuno inglés

Desayuno inglés https://maggierovella.com/wp-content/uploads/2023/08/m3.jpg 1493 1990 Maggie Rovella Maggie Rovella //maggierovella.com/wp-content/uploads/2021/07/logo2.png

¿Alguien puede contrarrestar con fundamento el hecho de que quizá el desayuno sea junto con la merienda el mejor momento del día para cualquier ser humano con un poco de alma, corazón y sangre en las venas?

Pues no voy a aceptar una opinión contraria, cada uno tendrá su derecho a expresarse libremente, pero si en este caso están en mi contra, no voy a respetar del todo su posición y mucho menos después de la experiencia casi religiosa (a pesar de ser atea) que viví durante mis desayunos en Oxfordshire y en Northampton durante mi viaje a  Inglaterra.

Vamos a comenzar de paseo por Oxfordshire, una hermosa ciudad muy medieval, muy de cuentos para niños pero también muy Burtoniana, es decir, la combinación que asegura que voy a pasarla bien, el balance perfecto entre lo encantador y la oscuridad, como a mi me gusta: escuchar Heavy Metal mientras estoy vistiendo una camiseta de unicornios.

El primer sitio que nos llamó la atención fue una antigua dulcería tradicional, de la cual les hablaré en un próximo artículo con receta incluída. El comentario viene a cuento de que, bajo un diluvio bastante interesante, frenamos a un lugareño muy simpático para que nos recomendara el MEJOR sitio donde comer un buen desayuno inglés, y este buen señor, australiano por cierto, pero con veinte años viviendo en suelo británico nos recomendó sin dudar un solo segundo “The Old Mill Cafe & Bistro”. Luego de despedirnos del amable vecino, no pudimos resistir a la tentación de entrar por unos clásicos dulces ingleses y ya que no nos venía mal una segunda opinión, le preguntamos a la dependienta del lugar exactamente lo mismo, ¿dónde podemos comer el mejor desayuno inglés?, a lo que la señora nos respondió “Te Old Mill Cafe & Bistro, off course! The best in town!”

Dos personas, una misma pregunta seguida de una misma respuesta: Te Old Mill Cafe & Bistro sería nuestra próxima aventura culinaria, que además se encontraba a unos escasos cien metros de donde estábamos ubicados.

Llegamos a un restaurante muy antiguo al igual que casi todo allí, donde nos han atendido muy amablemente. Éramos tres personas, pero con mi señor marido decidimos compartir un “Big Breakfast” que en castellano sería básicamente “Gran desayuno”, y si que lo fue, tanto que no pudimos terminarlo entre dos.

Este desayuno fantástico, digno de ser la musa de cualquier poeta, consistía en 2 lonchas de panceta/bacon ahumada, dos salchichas de cerdo y puerro, dos huevos fritos, champiñones a la plancha, morcilla típica inglesa, medio tomate grillado, alubias en salsa de tomate, dos hash browns y dos tostadas con mantequilla para acompañar (por si fuera poco energético el plato entero) y además un generoso tazón de café con leche, por si acaso nos quedamos insatisfechos.

A quien tenga la posibilidad de viajar, que sin dudas, junto con la comida son las dos cosas más inspiradoras y bellas de la vida, recomiendo fuertemente llenarse de curiosidad, ser observadores, conocer los puntos imprescindibles pero también animarse a perderse por lugares que no tengan tanto marketing en las redes sociales (que hoy en día pareciera que nos indican exactamente cada movimiento que debemos hacer y  donde se supone que vale la pena tomar la foto perfecta para el Instagram). En mi experiencia, con todos los viajes que he tenido la suerte de realizar, tomarme el tiempo de perderme, de capturar la foto de lo que PARA MI es hermoso, de probar nuevos sabores y animarme a esa empanadilla que quizá alguien está vendiendo con una canasta en una esquina, siempre pero siempre salió bien. La empanadilla puede no estar buena, pero la experiencia que implica ANIMARSE  A HACERLO si lo va a estar y puedo asegurarlo con todo mi ser, esa primera empanadilla se va a quedar en nuestra mente por siempre.

Prestemos atención a los aromas, a las sonrisas de las personas, a su forma de vivir más o menos distinta a la nuestra, a los colores que nos rodean y a veces en el trajín del estrés cotidiano no podemos registrar.

Miremos un poco más con los ojos que con la lente de una cámara. Que si, tomar fotografías es hermoso y quedan plasmadas en nuestras redes, en nuestros ordenadores o incluso en papel, pero mirar con los ojos, eso queda plasmado en todo nuestro ser y nos llena de una manera que ni todas las horas que podamos pasar frente a una pantalla podrán lograr jamás.

 

El dato gastro:
The Old Mill Cafe & Bistro, 7 West Street, Chipping Norton, OX7 5LH
Tel. 01608646005

“Big Breakfast” (comen dos personas hasta llegar al Valhalla) £10,95
“Full English Breakfast” (para una persona de muy buen comer) £8,45

Dan la opción de agregar extras por 1 cada porción.

 

Además en el menú ofrecen otras opciones  para quien no se anime a tanta abundancia lipídica y en la entrada al restaurante tienen un mostrador lleno de tartas y algunos dulces.

 

Torre del Mar, Málaga.

Torre del Mar, Málaga. https://maggierovella.com/wp-content/uploads/2023/08/op31.jpg 1260 1675 Maggie Rovella Maggie Rovella //maggierovella.com/wp-content/uploads/2021/07/logo2.png

Ya lo dijo Raffaella Carrá “perdida la inocencia en el sur se pasa mejor”.

Es mi segunda vez en Andalucía y en ambas ocasiones todo el tiempo se me venía esa canción a la cabeza, porque sí, porque en el sur se vive otra energía, se respira alegría y solo se ve color, aunque solo se esté mirando a un muro azul cuya única intervención sea la palabra “zorra” escrita por algún transeúnte que no tendría un buen día, o por alguna zorra que quiso plasmar con orgullo parte de su identidad. Como sea, hasta eso me generó cierta simpatía.

Debo admitir que tengo cierto favoritismo por los andaluces. Su acento, su amor por la fiesta, su alegría y ese no sé qué que transmiten al hablar o en su sonrisa, que por momentos parece que crece, que es única, como la de mi amiga Ely.

Mi primera aventura en el sur de España fue hace varios meses con fines fundamentalmente gastronómicos…bah!, ¿por qué tanto formalismo? , en resumidas palabras, fui a un congreso, a comer y a tomar vino.
En esta segunda ocasión, la razón principal de mi viaje – mejor dicho, nuestro viaje, porque en verdad éramos tres humanos y un perrillo- fue vivir la “Noche de San Juan” en Torre del Mar, que en mi caso, que como ya les he contado no tengo creencias del tipo religioso, fue honrar al Sol, celebrar el solsticio de verano y quemar mis deseos en la hoguera frente al mar, vestida de blanco creyendo con mucha ilusión que luego de un período largo lleno de dificultades, mi vida comienza otra vez. Quizá suene exagerado, pero estos tiempos coinciden con algo que considero, podría ser similar a un renacer para mi (aunque voy a ahorrarles los detalles tristes y aburridos de la historia).

Vamos a la parte que se que les gusta: Los chiringuitos o “restaurantes de playa” para quienes no conocían el término.

Tal y como acabo de contar, los chiringuitos son restaurantes que bordean las playas españolas. Los hay en casi todas las playas del mundo (o eso creo), pero a diferencia de los chiringuitos que yo conocía de la costa Argentina, estos están aún más dentro de la playa, a la misma altura siempre, por lo que uno se siente “mucho más allí”.

                         

Si tuviera que contarles acerca de los pro y los contra de estos lugares, empezaría por lo no tan bueno, y es que, me he llevado la impresión de que los empleados del servicio son contratados solo por temporada, por lo que muchas veces no tienen formación como camareros (además ya sabemos que mano de obra menos cualificada es igual a sueldos más bajos a pagar), por lo que a veces hay largas esperas y algunas confusiones en las tomas de los pedidos, aunque claro, no es en el 100% de los casos.

Pero estamos de vacaciones, tengamos paciencia porque también hay buenas noticias. Si bien no suelo elegir consumir animales acuáticos (esta es otra charla que no viene al caso), lo cierto es que las pocas veces que lo hago es solo en zonas costeras, porque si todo sale bien – como fue en esta ocasión – el pescado va a estar fresco y en su máximo esplendor (teniendo en cuenta que el pobre ya ha muerto), por lo que recomiendo aprovechar estos lugares para probar diferentes tipos de pescados y cocciones, aunque el método de cocción por excelencia es la fritura. Que por cierto, hablando de fritos, en el pueblo hay un sitio llamado “La Freiduría”, que no llegué a conocer, pero merece ser visitado sólo por llevar ese hermoso nombre.

Redondeando el asunto de los chiringuitos, en general he regresado con una buena sensación (mi favorito ha sido el Chiringuito Victoria por su comida y atención), pescados muy frescos, frituras muy correctas, buena sazón y para mi, el plato estrella y mi favorito, las berenjenas con miel: bastones de berenjena hidratadas en agua y cerveza, pasadas por harina, fritas y bañadas en miel elaborada a partir de jugo de caña de azúcar, una fantasía que saboreé escuchando de fondo las olas y “Ay Mamá” de Rigoberta Bandini…¿Qué más puedo pedir?.

                      

Tengo otras historias y anécdotas no culinarias para contarles de este viaje, pero no será en esta oportunidad, pues no quisiera cansarlos.

 En resumen, podría decir que prácticamente todo lo que he comido en Torre del Mar me ha hecho feliz, que en el sur de España se sirve mejor café a nivel general que en Madrid, que el helado (al fin!) ha tenido un nivel muy aceptable – aunque al helado argentino no hay quien pueda quitármelo del podio-, que luego de unas vacaciones con gente querida, no hay nada mejor que terminar la última noche cenando en la costa, yendo por unos buñuelos recién hechos con mucho dulce de leche para hacer la sobremesa en la playa, mirando al cielo, escuchando el mar y teniendo mágicas conversaciones sobre la infinidad del universo, la posible evolución humana a través de la muerte, seres que no vemos, robots en la luna, recordando días de pesca con papá en Valeria del Mar y aprendiendo que hay más estrellas en el universo que granos de arena en la Tierra.

                                                  

Ya lo dijo Raffaella…hay que venir al sur.

El dato gastro:

Chiringuito Victoria: P.º Marítimo Levante,9, 29740 Torre del Mar, Málaga.
Nosotros hemos probado el cazón adobado, rosada a la plancha con ajo, calamares fritos, langostinos al Pil Pil, el surtido de croquetas (de merluza, de huevos con chorizo y de cocido) y las berenjenas. Ya saben que AMÉ las berenjenas, pero todo el resto estaba muy bueno y creo que todos hemos coincidido en que el cazón fue lo más interesante en cuanto a los platos de pescado.

Buñuelos: Vi a dos personas en la zona haciendo buñuelos (son puestos callejeros, como a mi me gusta), compramos dos veces en el mismo lugar  porque estaban fantásticos y queríamos repetir la misma experiencia. No podría dar la ubicación exacta, pero yendo desde la playa hacia adentro del pueblo, a la altura del comienzo del Paseo de Larios, hay una señora muy maja friendo los buñuelos especialmente para cada cliente en el momento. Recomendación, BUSCAR A LA SEÑORA.

 

Marrakech: donde comer un rico desayuno y hospedarse.

Marrakech: donde comer un rico desayuno y hospedarse. https://maggierovella.com/wp-content/uploads/2023/06/20230327_184404-scaled.jpg 1920 2560 Maggie Rovella Maggie Rovella //maggierovella.com/wp-content/uploads/2021/07/logo2.png

Marrakech es una de las ciudades más importantes de Marruecos, país ubicado al norte del continente africano.
Esta ciudad, también conocida como La Alhambra o La Ciudad Roja debido al color rojizo de todas sus construcciones es ideal para quienes buscan salir de la cotidianidad de las grandes ciudades de occidente y estén dispuestos a moverse dentro de culturas y hábitos muy diferentes a los que uno suele estar acostumbrado.

                                                                             

 

 

 

 

Esta fue mi primera vez en Marrakech, y como contaba con pocos días, focalicé mi visita a conocer la medina. Las medinas son ciudades medievales amuralladas caracterizadas por tener enormes zocos (mercadillos) donde se venden todo tipo de artesanías, ropa, adornos y especias locales, dentro de las que se destacan por ejemplo el azafrán de Marruecos, el aceite de argán que muchas veces extraen al momento, hierbas y flores secas y por supuesto, el rey de todas las mesas marroquíes, el té verde.

           

 

 

 

 

 

Esta vez no voy a explayarme demasiado en la ciudad, sino en el lugar donde decidí hospedarme: Un Riad, ya que creo que, si estás pensando en regalarte unas vacaciones marroquíes, pasar del hotel puede ser de las mejores decisiones que puedas tomar en este viaje.
Dentro de las medinas solo hay unos pocos Riad, esto es porque antiguamente estas casas clásicas pertenecían a las familias de mayor poder adquisitivo de Marruecos, aunque hoy en día prácticamente la mayoría funciona hospedando a turistas.
La característica principal de un Riad, es que posee un patio central, rodeado por todas las habitaciones de la casa y solo se puede ingresar a ellas mediante este patio, que además tiene como característica principal, la presencia de una fuente en el centro. Las ventanas de las habitaciones dan hacia adentro del patio, más nunca hacia la calle y la forma en la que estas casas han sido planificadas, permite que las temperaturas se mantengan frescas y agradables durante todo el año, a pesar del intenso calor que hace fuera de ellas.

           

 

 

 

 

 

En relación al Riad como hospedaje en vacaciones, creo que ha sido de las mejores, sino la mejor experiencia que he tenido en ese sentido. Las habitaciones suelen ser unas pocas, por lo que el ambiente es muy pacífico todo el día, la mayor parte del tiempo solo se escucha el agua de la fuente central y de algunos pajaritos que se cuelan por el techo, además al hospedar a poca gente, la atención y el clima es muy familiar y amable, todo es muy acogedor y tanto la decoración tradicional llena de colores como el perfume que hay en absolutamente todo, invitan a quedarse.

En todos los Riad suelen servir el desayuno, que ha sido mi momento favorito durante los días que pasé en Marrakech, e incluso admito que me he guardado algunos panecillos que no pude comerme en el momento para comer a la vuelta del paseo. Específicamente en el Riad donde me quedé, la anfitriona junto con otras mujeres preparaba cada mesa para cada uno de sus huéspedes y la llenaban de platillos típicos de panadería y pastelería tanto marroquí como francesa (ya hablaremos acerca de la influencia de Francia en este país), todo, absolutamente todo fue delicioso, y nunca faltaba el zumo de naranjas recién exprimidas, el café y por supuesto el té verde con menta servido en una hermosa tetera de plata.

           

 

 

 

 

 

       

 

 

 

 

 

Y, por último, cabe mencionar, que en general estos hospedajes suelen ser muy accesibles y considerablemente más baratos que un hotel convencional.

Ya habrá muchas más oportunidades en las que iré contándoles acerca de mi experiencia en esta increíble ciudad que por momentos pareciera un fragmento del pasado. Lo cierto es que cada vez que giraba mi vista hacia algún lado, absolutamente todo formaba la composición perfecta para una fotografía o un cuadro; la gente, su forma de vestir, de caminar, las motocicletas y bicicletas circulando por pasillos estrechísimos entre multitud de peatones, los estridentes colores de las especias, sus aromas intensos, el olor a sándalo, menta y rosas formando una combinación increíblemente deliciosa, los vendedores insistentes tratando de concretar una venta a como dé lugar, el regateo, los tajines hirviendo sobre el fuego, las montañas de dulces almibarados de todas las formas y colores, y los gatos, estas pequeñas criaturas al por montón que no faltan en un solo rincón de la ciudad, alimentados por la basura, por algún vecino piadoso, los gatos de Marrakech no son de nadie, son de todos, son de la ciudad ocre del País del Poniente.

           

 

 

 

 

 

Para quienes queden tentados de probar algo del desayuno marroquí y además tengan ganas de cocinar un poco, los invito a que visiten el enlace a la siguiente web de receta de panqueques, donde hace muy poco escribí la receta del Baghrir, un panqueque/tortita típico de los desayunos en Marrakech. Es una receta muy fácil y lleva poquísimos ingredientes.

El dato:
El Riad donde me he quedado se llamaRiad Bleu du Sud” cuya reserva hice por Booking.
Viajé a finales de marzo y mi reserva fue de una habitación para dos personas por tres noches, con un valor de 173,13 EUR.

Recomiendo acordar con el Riad previamente para que vayan por ti al aeropuerto, ya que conseguir taxi puede ser una experiencia poco atractiva, no tienen tarifas fijas ni usan el taxímetro, por lo que hay que regatear el precio antes de subir y siempre el precio es superior al que te ofrecen en el Riad, al igual que el servicio.
Si aún así decides coger el taxi, te recomiendo que, al momento de bajar, no aceptes sin más el ofrecimiento por parte de nadie de ayudarte con tu equipaje, si lo necesitas, porque suelen dejarte a varias calles de los hoteles, pacta un precio antes para evitar una mala situación al llegar y terminar pagando sumas sin sentido (nosotros por ejemplo terminamos cerrando el acuerdo en 2 EUR).

 

Niños envueltos – Receta

Niños envueltos – Receta https://maggierovella.com/wp-content/uploads/2021/09/mag5.jpg 840 1120 Maggie Rovella Maggie Rovella //maggierovella.com/wp-content/uploads/2021/07/logo2.png

Luego de que muchos de ustedes me pidieran la receta de los “Niños envueltos” que compartí en mis stories de Instagram, decidí dejarla escrita por aquí así pueden hacerla.
Esta receta es muy fácil de hacer y es un plato muy completo y reconfortante.

Debo aclarar que lo hice “a ojo” porque no me esperaba que quisieran tener la receta (lo cual es un honor), también, como siempre les digo, si no tienen alguna especia, pueden reemplazarla u omitirla, también pueden usar carne de cerdo, pollo o la que gusten, al ser carne picada, cualquiera que elijan deberá estar bien cocida.

Ahora si, vamos a la receta, que con estas cantidades aproximadas me salieron 3 porciones (6 unidades bien gorditas)…2 porciones si son de comer un poco más, pero son bien contundentes.

Ingredientes

  • 6 hojas grandes de repollo blanco (o 12 chicas)
  • 1 cebolla grande
  • 5 dientes de ajo
  • 500gr carne picada
  • 1 pocillo (de café) de Cous Cous*
  • c/n ciboulette (o parte verde de cebolla de  verdeo/ajo tierno/cambray)
  • c/n sal fina
  • c/n aceite de oliva (o la que gusten)
  • 1 lata de puré de tomate/tomate frito
  • 2 hojas laurel
  • c/n pimienta negra recién molida
  • 1,5 cdita de comino molido
  • 0,5 cdita especias para pasteleria*

PROCEDIMIENTO:

  1. Separar las hojas necesarias del repollo, cortando lo más cerca posible de la base, con mucho cuidado para que no se rompan. Cuanto más grande sea la hoja mejor.
  2. En una olla poner agua a hervir con una pizca de sal. Una vez que esté hirviendo, colocar las hojas de repollo y cocinar unos dos o tres minutos hasta que estén tiernas. Retirar y dejar enfriar.
  3. En otra ollita poner a hervir un pocillo de agua, una vez que hierva, apagar el fuego y agregar el cous cous de una sola vez. Tapar y dejar hidratar 10 minutos.
  4. En una sartén con un chorrito de aceite cocinar la cebolla y el ajo picados con una pizca de sal hasta que estén transparentes y un poco dorados. Retirar (reservando dos cucharadas para la salsa).
  5. Para la salsa, poner las dos cucharadas de cebolla y ajo reservadas anteriormente junto con el tomate, el laurel, sal y pimienta negra. Cocinar a fuego bajo algunos minutos con un poquito de agua (si el tomate es muy ácido, cocinar unos minutos más). Reservar.
  6. En un bol mezclar el cous cous, la carne, la cebolla con el ajo, ciboulette picado y condimentar con sal, comino y la mezcla de especias. Integrar bien todos los ingredientes sin sobre amasar.
  7. Hacer 6 bollos alargados (el mismo formato de una croqueta española pero más grandes obviamente) y hacer paquetitos envolviéndolos en las hojas de repollo. Si las hojas son chicas, usarlas dobles y si el tallo es muy grueso, cortarle por atrás una “capa” para que quede más fino y maleable.
  8. En una fuente para horno colocar una base de salsa, los rollitos por encima y cubrirlos con más salsa.
  9. Precalentar el horno a 190/200ºC y cocinar los niños envueltos unos 20 minutos (+ de 68ºC temperatura corazón) hasta que estén bien cocidos.
  10. Servir con un poco más de ciboulette picado y a comer!.

             

*En caso de no tener cous cous, una amiga a quien le compartí la receta lo reemplazó por arroz y dice que quedaron muy buenos. También se me ocurre como otra variante usar quinoa. Usen lo que usen, hay que cocinarlo antes.

*Respecto a las especias de pastelería, yo tenía una mezcla que hice para una carrot cake que mas o menos era esta: cada 3 cucharaditas de canela agregué 3 unidades de cardamomo verde, 1 estrella de anís, 2 clavos de olor.

 

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